MIAMI, Estados Unidos. — En un artículo de opinión publicado en el periódico The Hamilton Spectator, los analistas Sarah Teich y Michael Lima instaron al Gobierno canadiense a abandonar su tradicional enfoque conciliador hacia La Habana y adoptar una política exterior “más firme, coherente con los valores democráticos de Canadá y alineada con sus aliados internacionales”. 6s4b3a
Según los autores, si el gobierno del primer ministro Mark Carney desea marcar un nuevo rumbo, distinto al de la era Trudeau, “debe adoptar una política exterior más proactiva y basada en principios”. Uno de los principales puntos de partida propuestos es revisar la política hacia La Habana, que califican como anacrónica y basada en “supuestos erróneos”.
Teich, abogada especializada en derechos humanos, y Lima, activista cubano residente en Canadá y director de la organización Democratic Spaces, señalan que la política canadiense ha estado “durante décadas moldeada por creencias desfasadas”, entre ellas la idea de que la diplomacia silenciosa, el comercio y la inversión podrían alejar al régimen cubano de sus alianzas estratégicas con China y Rusia.
“No son relaciones tácticas o superficiales”, afirman, “sino estratégicas y arraigadas, basadas en tácticas represivas compartidas y una visión de un nuevo orden global hostil a la democracia”. Según los expertos, la respuesta debe estar en la coordinación internacional: “La postura de Canadá debería reflejar esta realidad geopolítica”.
El texto también denuncia que, a pesar del prolongado compromiso diplomático de Canadá con La Habana, “el régimen cubano solo se ha vuelto más represivo”. Como prueba, citan la represión tras las protestas de julio de 2021, con “detenciones masivas, periodistas silenciados y artistas censurados”. Critican además que la embajada canadiense en La Habana “no interactúe con defensores de derechos humanos, sino únicamente con funcionarios del régimen y ONG alineadas con el Gobierno”.
En el plano internacional, los autores advierten sobre la creciente inserción del régimen cubano en un bloque autoritario. Mencionan informes de The Wall Street Journal y del Center for Strategic and International Studies que alertan sobre “instalaciones de vigilancia chinas operando desde Cuba, combinando la tecnología de Pekín con las redes de inteligencia de La Habana”.
Además, destacan los vínculos militares de Cuba con Rusia e Irán, así como su respaldo a gobiernos autoritarios como los de Venezuela y Nicaragua. “Ya no se trata solo de una crisis interna de derechos humanos, sino de un esfuerzo global por debilitar la democracia”, afirman.
Ante este escenario, Teich y Lima proponen que Canadá utilice “herramientas diplomáticas, legales y políticas” para responder, incluyendo la imposición de sanciones selectivas contra funcionarios cubanos implicados en la represión y en la colaboración con Rusia y Bielorrusia en la guerra contra Ucrania. “Canadá ha aplicado sanciones selectivas en múltiples contextos —Irán, Rusia, Bielorrusia, Venezuela y Myanmar—. Hacerlo en el caso cubano sería una extensión coherente”, sostienen.
También consideran que “las reuniones privadas a puertas cerradas con funcionarios cubanos en materia de derechos humanos no han dado resultados”. En cambio, aseguran que “la condena pública ejerce mayor presión sobre los regímenes autoritarios” y que “Cuba no sería la excepción”.
El artículo cuestiona, además, la presencia de medios estatales cubanos en Canadá. En 2023, la organización Democratic Spaces solicitó formalmente al regulador canadiense (CRTC) que excluyera a Cubavisión Internacional de la lista de emisoras extranjeras autorizadas, debido a que la cadena retransmite contenidos del canal ruso RT. “A pesar de que el regulador tiene una política de responder en pocos días, aún no ha emitido respuesta”, denuncian.
“Los canadienses se enorgullecen de sus valores de política exterior —el apaciguamiento no es uno de ellos”, concluyen los autores. “Existe un camino mejor, basado en principios y acción, y alineado con los valores democráticos de Canadá y sus intereses a largo plazo. Imponer sanciones, retirar Cubavisión Internacional del aire y asegurar que los diplomáticos canadienses se relacionen con la sociedad civil enviaría un mensaje claro: Canadá está con quienes luchan por la libertad, no con quienes la suprimen”.
HAZ TU DONACIÓN AQUÍ
